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RCP

La reanimación cardiopulmonar (RCP) es una técnica que salva vidas, útil en un ataque cardíaco o en un cuasi ahogamiento, en los que la respiración o los latidos del corazón de una persona se han detenido. La Asociación Estadounidense del Corazón recomienda que todos – ya sean testigos sin capacitación o personal médico – comiencen a realizar RCP mediante compresiones en el pecho.
Es infinitamente mejor hacer algo que no hacer nada, aún si temes que tus conocimientos o tu capacidad no sean 100 por ciento perfectos. Recuerda, la diferencia entre hacer algo y no hacer nada puede ser la vida de una persona.

Estos son algunos consejos de la Asociación Estadounidense del Corazón:

RCP en urgenciasPersona sin capacitación

Si no has recibido capacitación sobre RCP, realiza la reanimación solamente con las manos. Esto significa realizar compresiones ininterrumpidas en el pecho, entre 100 y 120 por minuto, hasta que lleguen los paramédicos (se describe con más detalle a continuación). No es necesario que intentes hacer respiración de rescate.

Persona capacitada y lista para actuar

Si estás bien capacitado y tienes confianza en tus habilidades, verifica si hay pulso y respiración. Si dentro de los 10 segundos, no hay respiración ni pulso, comienza a realizar compresiones en el pecho. Comienza la reanimación cardiopulmonar con 30 compresiones antes de realizar dos respiraciones de rescate.

Persona con capacitación pero hace tiempo que no practica

Si has recibido capacitación en RCP en el pasado pero te sientes inseguro de tus habilidades, limítate a realizar entre 100 y 120 compresiones en el pecho por minuto hasta que lleguen los paramédicos. (Los detalles se describen a continuación).

Los consejos anteriores son válidos para adultos, niños y bebés que necesiten RCP, pero no para recién nacidos (bebés de hasta 4 semanas de edad).

La reanimación cardiopulmonar puede mantener la circulación de sangre oxigenada hacia el cerebro y otros órganos vitales hasta que un tratamiento médico más definitivo pueda restablecer el ritmo cardíaco normal.
Cuando el corazón se detiene, la falta de sangre oxigenada puede causar daño cerebral en solo unos minutos. Una persona puede morir en 8 a 10 minutos.

Desfibrilación

La desfibrilación es el tratamiento eléctrico de la fibrilación ventricular y de la taquicardia ventricular sin pulso. Consiste en transmitir una cantidad de corriente eléctrica de suficiente magnitud a través del músculo cardiaco, en situación eléctrica y mecánica caótica, con el objetivo de despolarizar simultáneamente una masa crítica del mismo y conseguir, que el nodo sinusal reasuma el control del ritmo cardiaco; es decir, con actividad eléctrica organizada y presencia de pulso. Se define desfibrilación exitosa como “la ausencia de FV o TVSP a los cinco segundos de administrar la descarga eléctrica”. El objetivo final es la recuperación de la circulación espontánea (RCE).

DesfibrilaciónLa desfibrilación constituye uno de los algoritmos de actuación ante una Parada Cardiorrespiratoria (PCR), en la Reanimación Cardiopulmonar (RCP). Si bien, todos los algoritmos deben comenzar atendiendo el orden de la cadena de supervivencia establecidos por los Planes de Resucitación.

La desfibrilación cardiaca alcanza su importancia, en base a que los ritmos más frecuentes en el caso de PCR en adultos son la FV y la TVSP, y el tiempo que transcurre desde el momento en que se producen, hasta que desfibrilamos es fundamental para lograr el éxito de la misma. De tal manera, que cuanto más corto sea este tiempo, mayores serán las probabilidades de éxito.

Por cada minuto que se retrase la desfibrilación, las posibilidades de supervivencia disminuyen hasta un 4% si se aplica RCP básica, y hasta un 10% si no se aplica.

La desfibrilación ocupa el tercer eslabón en la cadena de supervivencia siendo fundamental haber realizado el primer y segundo eslabón para que ésta sea exitosa.

Oxigenoterapia

La oxigenoterapia es una medida de soporte vital indicada en todo paciente que se encuentre en estado crítico, cuyo objetivo es garantizar las necesidades de oxígeno de los tejidos. Los sistemas de administración de oxígeno más empleados son las gafas nasales, las mascarillas tipo venturi y las mascarillas con reservorio. Según las características y gravedad del cuadro clínico al que nos enfrentamos nos decantaremos por uno u otro. La utilización de esta arma terapéutica siempre lleva implícita una ulterior comprobación de su eficacia. Para ello nos basaremos en parámetros clínicos y pulsioximetría.

Indicaciones y objetivo

Lo que se pretende aumentar la fracción inspirada de oxígeno (FiO2) y consecuentemente el contenido arterial de oxígeno (pO2, SaO2).Oxigenoterapia

¿Cuál es el objetivo de la oxigenoterapia urgente?

Dependerá, evidentemente, de la patología a la que nos estemos enfrentando:

1) En la insuficiencia respiratoria aguda no hipercápnica, saturación >=90%),

2) En la intoxicación de monóxido de carbono se administrará la mayor concentración de oxígeno posible (lo ideal 100%), haciendo así que se desplace el monóxido de carbono al competir con él..

También debemos tener presente que la oxigenoterapia aguda no es un tratamiento curativo ni etiológico, sino una simple «muleta».

Los artilugios usados habitualmente como sistemas de alto flujo son las mascarillas tipo Venturi (fig. 4). La FiO2 que proporcionan será conocida, fija e independiente del patrón respiratorio del paciente. Es conocida porque nosotros mismos fijamos la cantidad que queremos y es fija, ya que los flujos de la mezcla gaseosa que entran en la mascarilla son tan altos que es imposible que la mezcla sea «rebajada» por entrada de aire ambiente durante el tiempo inspiratorio a través de los orificios de la mascarilla (siempre está tan llena que le sobra, por muy difícil que lo ponga el patrón ventilatorio).

¿Cómo pautar la oxigenoterapia?

La FiO2 se selecciona por ensayo y error. Es decir, se inicia con la cantidad que creamos oportuna y al cabo de un tiempo comprobamos bien clínicamente, con gasometría o pulsioximetría que es eficaz.